También son santos tantas personas cuyo objetivo en la VIDA es crear un mundo mejor, un mundo para todos, incluso para los más pequeños e insignificantes. Rigoberta Menchú es un ejemplo. Con cinco años empezó a trabajar en plantaciones de café y algodón. A la explotación laboral a la que fue sometida le siguió la muerte de cinco miembros de su familia, fruto de la violencia rural en un país dominado por terratenientes y militares. Fue entonces cuando se comprometió de lleno con la lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos, en especial de los pueblos indígenas. En 1992 recibió el premio nobel de la paz en reconocimiento a su trabajo.
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