Educar para la paz es promover el aprendizaje de actitudes de respeto hacia todas las personas, de compromiso con los semejantes y de responsabilidad por la resolución constructiva de los conflictos.
La paz no es sólo ausencia de la guerra y es tarea de todos enseñar hábitos que construyan la base de la no violencia para la vida en común. Es imprescindible enseñar valores como tolerancia y respeto, principios con raíces en una base más amplia, el sistema de valores articulados en los Derechos Humanos que conducen al desarrollo de una sociedad mundial pacífica y democrática.
Es necesario promover en los alumnos actitudes críticas frente a situaciones cotidianas de violencia, pues asumir la violencia verbal, psicológica o física como algo natural pone en peligro la posibilidad de dimensionarlos con objetividad y revertirlos para construir un mundo mejor.
En la escuela y en la sociedad se generan conflictos porque son parte de la vida. Es crucial cómo enseñamos a los alumnos a resolverlos, ya que de ello dependen sus consecuencias. Resolver conflictos con violencia lleva a la destrucción de la persona y la sociedad. Las acciones que se generen destinadas a la educación para la paz y la no violencia deben demostrar que la paz es una construcción colectiva, que depende de cada uno y que las actitudes tolerantes aportan beneficios a cada individuo y en su relación con los demás. Educando en estos valores buscamos formar ciudadanos abiertos al concepto de dignidad humana, al respeto por las personas con sus diferentes creencias, religiones, historias, ideologías, géneros y razas.
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