Érase un niño, se llamaba Vicente,
sus padres eran sencilla y buena gente.
En su familia cuidaban los rebaños
y así pasaron los meses y los años.
Es bueno y listo, le mandan a un colegio
y se hace cura, está supercontento.
Lo que más quiere es hacerse importante,
¡pero aún no sabe que Dios va por delante!
San Vicente de Paúl, hoy desde tu cielo azul
miras a la humanidad y nos enseñas a amar
hoy te queremos decir: gracias por tu valentía,
tu fe y energía y por saber compartir.
Pronto descubre que la vida no es fácil,
gentes que sufren y otros cierran sus puertas,
gentes que sufren y otros cierran sus puertas,
de pronto empieza él mismo a verse frágil
y aquí comienza su busca de respuestas.
Vicente, tienes un corazón muy grande,
por eso quieres que nadie pase hambre,
que los enfermos estén bien atendidos
y que los pobres sean los más queridos.
Con Santa Luisa a muchos ayudaste,
sin pedir nada tu vida regalaste.
Tu gran coraje y tu amor a Jesús
es el mensaje que nos llena de luz.
Toda tu vida muy claro tú tenías
que a Jesucristo en el pobre servías
y hoy a nosotros nos sigues enseñando
que lo que vale es ser feliz amando.
Con San Vicente los pobres de la tierra
fueron salvados del miedo y la miseria,
y su sonrisa de anciano bondadoso
hoy nos enseña a ser más generosos.
"Ayuda al pobre" te dice San Vicente,
"Quiere a los niños y al resto de la gente,
alos enfermos y a quien se sienta solo
dales cariño", te dice San Vicente.
Hoy San Vicente te sigue recordando
que solamente serás feliz amando
y cuando encuentres a quien te pide ayuda
no se la niegues, que allí Dios te saluda.
Si estás soñando un mundo diferente
vas madurando y Dios te está guiando,
y cuando encuentres a quien te necesita
dale tu mano, que allí Dios te visita.
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