Cuentan que, en cierta ocasión, llegó
un misionero a un pueblo indígena. Los habitantes del pueblo recibieron al
misionero con grandes atenciones y se dispusieron a escucharlo.
-Vengo a traerles una Buena Nueva, la
noticia de un Dios Padre, que nos quiere a todos y desea que vivamos como
auténticos hermanos, sirviéndonos y ayudándonos unos a otros. ¿Van a aceptar la
noticia que les traigo y a recibir en sus corazones a ese Dios Padre que nos
ama a todos como verdaderos hijos?
Calló el misionero y los indígenas permanecían
en silencio.
-¿Lo aceptan o no lo aceptan?- insistió
desconcertado el misionero.
Al rato, se alzó serena la voz del
cacique diciendo:
-Quédate a vivir con nosotros unos días
y si en verdad vives lo que quieres enseñarnos,
entonces volveremos a escucharte.
Estas semanas de Pascua estamos intentando vivir la Resurrección de Jesús. Es una realidad que te puede llevar a coger con ganas tu vida, a valorarte tal como eres, a vivir con esperanza… porque Dios está contigo. Esto se tiene que notar. Debemos cambiar el derrotismo, el mal humor o la falta de sensibilidad con los demás, por la alegría, la amistad sincera y el compromiso con los demás. Todos los días de la semana, son ocasión para vivir en clave de Resurrección.
Estas semanas de Pascua estamos intentando vivir la Resurrección de Jesús. Es una realidad que te puede llevar a coger con ganas tu vida, a valorarte tal como eres, a vivir con esperanza… porque Dios está contigo. Esto se tiene que notar. Debemos cambiar el derrotismo, el mal humor o la falta de sensibilidad con los demás, por la alegría, la amistad sincera y el compromiso con los demás. Todos los días de la semana, son ocasión para vivir en clave de Resurrección.
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