Por lo general dividimos a las personas en dos categorías: la de los santos y la de los pecadores. Pero se trata de una división absolutamente imaginaria. Por una parte, nadie sabe realmente quiénes son los santos y quiénes los pecadores; las apariencias engañan. Por otra, todos nosotros, santos y pecadores, somos pecadores.
En cierta ocasión, un predicador preguntó a un grupo de niños: "Si todas las buenas personas fueran blancas y todas las malas personas fueran negras, ¿de qué color seríais vosotros?".
La pequeña Mary Jane respondió "Yo, reverendo, tendría la piel a rayas".
Y así tendría también la piel el Reverendo, y los Mahatmas, y los Papas, y los santos canonizados.
Anthony de Mello
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