Ciudad del Vaticano (Sábado, 30-03-2013, Gaudium Press) El Papa Francisco ha celebrado la Vigilia Pascual en la Basílica Vaticana. La ceremonia incluye la Bendición del Fuego, la preparación y el alumbramiento del Cirio Pascual y la difusión del fuego por toda la Basílica, simbolizando que la Resurrección de Cristo, que es la Luz, a partir de Él se difunde a su Iglesia. Después de las ceremonias iniciales se sucede la Liturgia de la Palabra, con las lecturas que relatan la historia de la salvación.
Homilía del Papa
La homilía del Pontífice -comentando el Evangelio- ha girado sobre cuatro ejes: el amor, la novedad, la acogida de Cristo y la memoria.
Las santas mujeres acuden a ungir el Cuerpo de Jesús. A pesar de la tristeza que las embarga, en ellas "permanecía el amor, y es el amor a Jesús lo que les impulsa a ir al sepulcro. Pero, a este punto, sucede algo totalmente inesperado": la piedra de la tumba ha sido desplazada.
Es esa una novedad, algo que nos ocurre a veces a todos, algo que "no entendemos, no sabemos como afrontarlo". Antes estas realidades el Papa convoca: "Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a Él".
El descubrimiento del sepulcro abierto, representa un acontecimiento para las Santas Mujeres que cambia radicalmente sus vidas. Este hecho es símbolo de lo que debe ocurrir con las existencias de todos, al depararnos con Jesucristo resucitado: "Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en la historia de la humanidad. Jesús no ha muerto, ha resucitado, es el ‘Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive. Jesús ya no es del pasado, sino que vive en el presente y está proyectado hacia el futuro, es el ‘hoy' eterno de Dios. Así la novedad de Dios se presenta ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro menos humano. Y este es un mensaje para mí, para ti, querida hermana y querido hermano. Cuántas veces tenemos necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive".
"Acepta entonces que Jesús Resucitado entre tu vida -continuó el Papa- acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de Él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en Él, ten la seguridad de que Él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como Él quiere.
Homilía del Papa
La homilía del Pontífice -comentando el Evangelio- ha girado sobre cuatro ejes: el amor, la novedad, la acogida de Cristo y la memoria.
Es esa una novedad, algo que nos ocurre a veces a todos, algo que "no entendemos, no sabemos como afrontarlo". Antes estas realidades el Papa convoca: "Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a Él".
El descubrimiento del sepulcro abierto, representa un acontecimiento para las Santas Mujeres que cambia radicalmente sus vidas. Este hecho es símbolo de lo que debe ocurrir con las existencias de todos, al depararnos con Jesucristo resucitado: "Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en la historia de la humanidad. Jesús no ha muerto, ha resucitado, es el ‘Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive. Jesús ya no es del pasado, sino que vive en el presente y está proyectado hacia el futuro, es el ‘hoy' eterno de Dios. Así la novedad de Dios se presenta ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro menos humano. Y este es un mensaje para mí, para ti, querida hermana y querido hermano. Cuántas veces tenemos necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive".
"Acepta entonces que Jesús Resucitado entre tu vida -continuó el Papa- acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de Él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en Él, ten la seguridad de que Él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como Él quiere.
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