KASEMPA. Zambia.
Febrero 2012
Queridos amigos,
Saludos de paz y bien desde Kasempa.
En los tiempos que vivimos en los que la abundancia de cosas disminuye sin pausa, puede suceder que el enfado con nosotros mismos y con los demás nos impulse a buscar culpables por todas partes. Estábamos acostumbrados a la hartura y ahora, conformarse con menos no es una tarea fácil. Por eso pienso que buscar culpables y esparcir basura por todas partes no ayuda a tener la casa más limpia. Son grandes algunas lecciones que debemos aprender: vivir una vida más sencilla, sin ostentaciones insultantes, absurdas necesidades de “salir” cada fin de semana para “romper la rutina”, vestidos en abundancia, vacaciones a plazos.. tantas y tantas cosas que se podrían añadir.
Tal vez por nuestro carácter latino nos gusta el “cabreo” y echarle la culpa a los demás. Ahora todo el mundo está cabreado, algunos tienen razones sobradas para ello, pero otros muchos, no. La consecuencia es la pérdida de la confianza en nosotros mismos y en los demás junto con su aliado, el miedo. Reconozco que hay razones serias para tener miedo, porque hemos destruido valores importantes en nuestra sociedad, y ahora nos toca caminar con la cabeza baja, medio escondidos y, en muchos casos, solos. Pienso que hemos de mirar más allá de nuestro ombligo y ser capaces de descubrir en los demás aquellos valores que
deseamos para nosotros mismos, porque, en definitiva, estamos en el mismo barco.
Estas cosas que parecen tan sencillas, se presentan ahora como obstáculos insalvables porque no tenemos el coraje de reconocer nuestros errores y aprender de ellos. Pensamos que la verdad era nuestra y ahora tenemos que aceptar que la Verdad es una, pero no única y nosotros no tenemos la exclusiva. Los hombres y mujeres que viven en una permanente marginación, aquí y allí, siempre nos recordarán que, si los ignoramos, estaremos, una vez más, construyendo una sociedad injusta. Y antes o después nos lo demandarán.
Recuperemos el silencio interior en medio de tanto ruido. Nos ayudará a mirar más allá de los enfados y sinsabores de cada día. Hagamos de la Esperanza, que se edifica sobre la Fe en la Palabra, el motor de nuestra vida.
Un abrazo a todos.
Seguimos en comunión.
José Manuel B. Gándara
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